Spider-Man se ha convertido en una de las sagas más queridas y añoradas por los fans de distintas edades, quienes sin duda han disfrutado ver a Peter Parker enfrentarse a sus enemigos de antaño.
Tobey Maguire es el apasionado actor que le dio vida al superhéroe de Marvel desde el año 2002 hasta el 2021, pero la historia pudo haber sido diferente.
A punto de perder el papel
Después del estreno de la primera parte dirigida por Sam Raimi y con la aceptación del público por Maguire en la bolsa, durante el rodaje de Alma de héroes, Maguire sufriría una lesión en la espalda que puso riesgo su participación en Spider-Man 2.
Pronto, el ambiente se llenaría de incertidumbre y rumores sumando a la tensión, la reciente ruptura entre el actor y la que fuera su compañera en escena Kirsten Dunst, lo que haría dudar al director sobre la forma en que ambos podrían mantener la química sin que la parte personal influyera.
Un movimiento sospechoso
Ante la imposibilidad de cumplir con las escenas de acción, el actor no se presentó con la producción, en su lugar envió a un neurocirujano a negociar con la productora Laura Ziskin y Raimi, lo que hizo sospechar a Sony de la intención de renegociar el contrato y lograr un aumento salarial.
Sony no quiso quedarse atrás, pues comenzó a buscarle un nuevo rostro a Spider-Man, encontrando a Jake Gyllenhaal como el próximo protagonista.
Tiempo después, el propio Gyllenhaal confirmaría que pudo haber sido el nuevo Peter Parker al comentar: “Hubo rumores, yo era uno de los candidatos”.
Tobey Maguire, fundamental
Ronald Meyer, representante de Universal, estaba al tanto de la crisis dentro de la producción, por lo que alzó la voz ante Sony para demostrar que la permanencia de Maguire era fundamental para la carrera de este y beneficiosa para el estudio.
Tras un largo proceso de negociación en el que fue necesaria una revisión médica, el también protagonista de El Gran Gatsby demostró que estaba en forma física para seguir en la película.
Con Sony en buenos términos se retomó el contrato que ahora incluía un aumento salarial que se tradujo en una ganancia de 17 millones de dólares, una cifra muy por encima de la primera película.
A dos años del estreno de la segunda parte y con las controversias en el pasado, el propio actor contraería matrimonio con Jennifer Meyer, hija de Ronald Meyer, con quien permanecería por casi 10 años y seguiría consolidándose con uno de los papeles más significativos de toda su carrera.
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